Día 2: San Francisco

Sobre las 6’30 nos despertamos y comenzamos a levantarnos tranquilamente, habíamos dormido unas 8 horas, no estaba nada mal; empezamos con las duchas y a deshacer maletas. Bajamos a desayunar y antes de las 9 ya estábamos en marcha.

Mientras estábamos en la parada del bus, vimos varios tranvías que nos resultaban familiares, y es que eran de Milán, primero nos llamó la atención ver en la puerta uscita (que significa salida en italiano) y luego ya vimos que también llevaban el escudo de la ciudad.


Pillamos un bus y la primera parada del día fue City Hall, pero vamos que después de unas fotos, allí había poco que hacer; así que otra vez al bus.

La siguiente parada era más interesante, las Casas Victorianas de Álamo Square, aquí si estuvimos un buen ratillo, la verdad es que las casas son bonitas, y las vistas desde el parquecito también. Dimos una vueltecilla por alguna de sus calles de alrededor, para ver algunas casas más; una pena no tener más tiempo porque la verdad es que ese barrio merece perderse por sus calles un buen rato.



De nuevo al bus, esta vez el recorrido fue un poco más largo, para ir al Golden Gate Park, concretamente al Jardín Japonés (4 $ o 5 $), una preciosidad para quien nunca haya estado en Japón, y además que tranquilidad y que relax se respira; cómo íbamos bien de tiempo hicimos una parada en para tomarnos un té con una galletitas de la suerte.


La siguiente ruta en bus era bastante larga, fuimos hasta Ghirardelli Square, ya que allí se encuentra el Maritime National, donde compramos el pase anual de Parques Nacionales (80 $), ya que este sitio también entraba. Aquí se encuentran varios barcos, pero los más llamativos son: el “Balclutha” el barco de la película Rebelión a bordo, construido en Escocia en 1886 (este no se podía visitar, necesita una restauración), pero aunque sea de lejos es bonito, y el “Eureka” trasbordador que hacía el trayecto de San Francisco a Sausalito.

Después de esta visita, seguimos andando hasta Fisherman’s Wharf, donde unos cominos unas hamburguesas y unos perritos en un sitio de comida rápida para agilizar tiempo; tras la comida visitamos el submarino “Pampanito” (9 $), que participó en la segunda guerra mundial destinado en el Pacífico, una visita interesante si no se ha visto nunca un submarino de guerra. Muy cerca hay otro barco de la segunda guerra mundial el “Jeremiah O’Brien” pero este ya no lo visitamos.


Tras un rato de compras, continuamos paseando hasta Pier 39; donde observamos los famosos leones marinos, que como dice alguno, “mira si estará fría el agua de la bahía que no se meten ni estos”. Seguimos el paseo hasta Pier 33, ya que hoy teníamos la visita a ALCATRAZ (31’50 $), elegimos la visita nocturna, entre otras cosas porque nos cuadraba mejor así, y porque sí teníamos suerte las vistas desde la isla hacia la ciudad de noche tienen fama de ser muy bonitas. Llegamos a la cola sobre las 5’30 y no es que hubiera mucha gente, pero tampoco fuimos los primeros; teníamos la visita a las 6’10.

La espera fue algo aburrida y hacía bastante fresquito, pero hubo una pregunta muy buena, con la que nos reímos un buen rato: “¿para qué nos hemos traído el bañador?”. Teniendo en cuenta la temperatura de San Francisco, pensar en bañador daba risa; pero claro si luego se va a Las Vegas la cosa cambia; y la respuesta fue “¿será porque en Las Vegas hace 40º?”.

Ya por fin llegó el barco, y observamos el tamaño de la cola y nuestra situación en ella, aproximadamente estaríamos entre la primera quinta parte, así que pensábamos que no tendríamos problemas de elegir el sitio que quisiéramos, que era en el último piso y al lado derecho; y lo conseguimos, la verdad es que la panorámica que se obtiene desde una parte y otra no tiene nada que ver. Las vistas de la ciudad desde el barco son espectaculares.






La visita nos gustó a todos, de noche, ya algo oscuro para fotos, pero está muy bien, a mí lo que más me gustó del audio guía, más que la historia que estaba muy bien, eran los sonidos, muy logrados. Cuando salimos a la terraza ya era de noche, y las vistas del Skyline de San Francisco eran impresionantes. Hacía un viento fuertecillo, pero contemplar aquellas vistas, no es algo que tengamos al alcance de la mano todos los días; por supuesto las fotos no le hicieron en justicia.


Acabamos la visita y pillamos por los pelos el penúltimo barco, hubo que echar una carrerita, pero valió la pena porque así no había que esperar el siguiente y último. A la vuelta repetimos arriba en el último piso y de nuevo a la parte derecha; el frío y el viento eran considerables, pero las vistas merecían la pena.

Llegamos al Pier 39 sobre las 9’30, una hora estupenda para cenar en el conocido Bubba Gump, como ya sabíamos que los platos eran muy grandes y no había mucha hambre, al final pedimos 3 platos para los 4 (una ensalada, unos aros de cebolla y unos camarones); estaba todo buenísimo, sus aros de cebolla están geniales y son gigantes, y los camarones también estaban buenísimos.

Al principio de la cena la liamos con el cartel, porque teníamos el cartel en rojo, y rápidamente se paro una camarera, que nos tuvo que explicar que si estaba en rojo (Forrest Stop) los camareros al pasar se paraban y si estaba en azul (Forrest Run) pasaban de largo; un sistema estupendo para no vocear a los camareros, pero claro hay que saberlo.

Acabamos sobre las 10’30 y la liamos también al acabar la cena, esta vez con la propina, ya que a pesar de saberlo, no sabíamos muy bien como había que reflejarlo; ya quedaba poca gente, el lío fue porque había una casilla con el porcentaje que marcamos, pero cuando vuelve el camarero nos intentaba explicar lo de la propina, pero como pensábamos que ya la habíamos puesto, pues no lo entendíamos; hasta que nos pudo hacer entender que teníamos que calcular nosotros el porcentaje, ponerlo y sumarlo. Eso sí cuando nos fuimos ya éramos los últimos.

Para ir al hotel nuestra primera idea era pillar un taxi, pero no vimos ninguno, así que pillamos la línea F que son trolebuses, y poco más de las 11 estábamos en el hotel muy muy cansados, no sé cómo no nos pasamos la parada del bus, porque dimos alguna que otra cabezadita.

Creo que otro día bastante aprovechadito y completito.

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